Nos encontramos en un punto de inflexión decisivo para los mercados globales. Tras una década marcada por el dominio casi absoluto de la renta variable de gran capitalización de Estados Unidos, los datos del cuarto trimestre de 2025 señalan el comienzo de una nueva fase de inversión. El actual entorno, caracterizado por valoraciones exigentes en EE. UU., una economía global que se modera de forma controlada y el resurgimiento de la renta fija y los metales preciosos como una clase de activo viable, exige un cambio de paradigma. Intentaremos descifrar el informe de JP Morgan e identificar las tendencias clave que definirán el panorama de inversión, argumentando que la clave del éxito en el próximo ciclo no residirá en mantener el rumbo, sino en una rotación estratégica hacia la diversificación global, el valor relativo y la gestión activa del riesgo.

Renta Variable (Equity)

El comportamiento de los mercados accionarios continúa mostrando una dinámica compleja y dual. Por un lado, los niveles del índice S&P 500 alcanzan nuevos máximos, impulsados por un puñado de compañías de mega capitalización, conocidas como las “Magnificent 7”. Por otro, las valoraciones agregadas del índice están claramente por encima de su promedio histórico, lo que sugiere que el crecimiento de beneficios futuros ya está parcialmente descontado por el mercado.

A septiembre de 2025, el S&P 500 se sitúa en un forward P/E de 22.8x, significativamente por encima del promedio de 17x en los últimos 30 años. Esto implica una prima del 34% frente a su media de largo plazo, lo cual exige que las expectativas de crecimiento de beneficios se cumplan de forma precisa para evitar una corrección.

El crecimiento proyectado del BPA para el índice es de $268 en 2025, aumentando a $304 en 2026 y $344 en 2027, reflejando un escenario optimista con márgenes empresariales también en expansión.

No obstante, es importante destacar que este crecimiento está concentrado en un grupo reducido de compañías. Las “Magnificent 7” han aportado más del 45% del retorno total del S&P 500 en lo que va del año, con una dispersión de resultados muy amplia entre ellas.

Otro factor preocupante es la creciente concentración del índice: el top 10 de compañías representa ya el 40.4% de la capitalización bursátil del S&P 500. Esto no solo distorsiona las métricas agregadas del índice, sino que eleva el riesgo idiosincrático del mercado.

Por otro lado, la valoración relativa entre estilos también muestra extremos. Las acciones de crecimiento cotizan a 31.0x beneficios, mientras que las acciones de valor lo hacen a 17.2x. Esta brecha de valoración, una de las más amplias en más de dos décadas, podría representar una oportunidad para estrategias de rotación hacia sectores o estilos infravalorados, particularmente en entornos donde el crecimiento económico se estabiliza y los tipos de interés se mantienen elevados.

Las mid caps muestran el forward P/E más bajo entre los tres grupos (18x frente a 23x de large caps y 25x de small caps), lo cual sugiere que los inversores están pagando menos por unidad de beneficio futuro en comparación con los otros segmentos. Además, su ratio de cobertura de intereses (3.9x) es significativamente superior al de las small caps (1.4x), lo que implica una posición financiera más sólida y menor vulnerabilidad ante escenarios de tipos adversos.

Si bien las large caps siguen siendo las más seguidas por analistas y las small caps tienen cierto potencial de rebote, las mid caps parecen ofrecer un equilibrio óptimo entre valoración atractiva, calidad de balance y potencial de revalorización. Esta combinación las posiciona como una opción interesante para estrategias de diversificación o rotación sectorial, especialmente en un entorno donde las valoraciones de las large caps están cada vez más exigentes.

Entorno Macroeconómico

La economía estadounidense está logrando, por ahora, el tan ansiado "aterrizaje suave". Los datos apuntan a una moderación del crecimiento y la inflación sin caer en una recesión profunda, sentando las bases para un cambio en la política monetaria de la Reserva Federal.

 El crecimiento del PIB real se está normalizando hacia su tendencia a largo plazo del 2.1%. El mercado laboral, que había estado al rojo vivo, se enfría: las ofertas de empleo (JOLTS) han caído desde un pico de 12.1 millones en marzo de 2022 a 7.2 millones en agosto de 2025. Este reequilibrio es crucial, ya que reduce las presiones salariales y, por ende, la inflación de servicios, permitiendo a la Fed considerar recortes de tipos sin temor a un rebrote inflacionista.

El consumo representa el 68% del PIB estadounidense y continúa siendo el principal motor del crecimiento. Si bien las inversiones residenciales muestran signos de enfriamiento, el gasto en bienes y servicios mantiene un ritmo sólido, apoyado por un mercado laboral que, aunque más ajustado, sigue estable. La tasa de desempleo se sitúa en el 3.9%, mientras que el crecimiento salarial anual es del 3.8%, ambos en niveles compatibles con un entorno de inflación controlada.

En cuanto a la inflación, los datos muestran un proceso de desinflación en curso. El índice de precios al consumidor (CPI) se encuentra en 2.9%, y el deflactor del gasto en consumo (PCE) también se sitúa en niveles similares. Esto sugiere que la Reserva Federal estaría cerca de alcanzar su objetivo del 2%, permitiendo una postura monetaria menos restrictiva en el horizonte de 2026.

Un aspecto especialmente relevante es el crecimiento de la productividad laboral, que ha comenzado a repuntar gracias a las inversiones en inteligencia artificial y automatización. El capex de las grandes tecnológicas (hiperescaladores) ha superado los $460 mil millones en los últimos trimestres, lo que se traduce en un aumento de la eficiencia en sectores clave como manufactura, logística y servicios.

Renta Fija (Fixed Income)

Los mercados de renta fija han comenzado a estabilizarse tras varios trimestres de elevada volatilidad. La curva de rendimientos del Tesoro estadounidense sigue ligeramente invertida, pero con señales de normalización a medio plazo. Actualmente, el bono a 10 años rinde 4.16%, mientras que su equivalente real (ajustado por inflación) rinde 1.05%. Esto implica una prima real positiva, lo cual históricamente ha sido un buen punto de entrada para bonos de largo plazo.

La expectativa del mercado es que las tasas de interés continúen moderándose en los próximos trimestres, con la Fed situando el tipo de referencia en torno al 3.1% a largo plazo. En este contexto, los bonos del Tesoro de mediana y larga duración presentan retornos esperados positivos si las tasas se estabilizan o caen, particularmente los bonos protegidos contra inflación (TIPS), cuyo retorno en escenarios de caída de tasas supera el 6.8%.

En el crédito corporativo, los spreads se han comprimido notablemente. Los bonos investment grade ofrecen una TIR promedio de 4.81% con un spread de 74 bps, en mínimos históricos, lo que exige una gestión activa en selección de emisores. En el high yield, las tasas implícitas rondan el 6.7%, pero los diferenciales han disminuido a 267 bps, con una tasa de default aún contenida en 1.5%, aunque con repunte esperado en 2026.

Tras años de rendimientos exiguos, el mercado de renta fija emerge como una de las oportunidades más claras y atractivas. El entorno actual de tipos de interés elevados ofrece una combinación poco común de ingresos atractivos y potencial de apreciación del capital.

 La siguiente imagen es contundente, muesrta la fuerte relación histórica (R² del 89%) entre el rendimiento de un bono en el momento de la compra y su retorno anualizado en los siguientes 5 años. Con el índice agregado de EE. UU. ofreciendo un 4.37%, los inversores pueden asegurar un flujo de ingresos considerablemente superior al de los últimos años. Más allá del cupón, el posicionamiento de la Fed abre la puerta a ganancias de capital. Las expectativas del mercado apuntan a recortes de tipos en 2025 y 2026. Cuando los tipos de interés caen, los precios de los bonos existentes (con cupones más altos) suben, generando una rentabilidad total superior a su rendimiento inicial.

Mercados Internacionales

A nivel global, se observa una creciente divergencia en la evolución de los mercados desarrollados y emergentes frente a Estados Unidos. Aunque EE.UU. continúa liderando en términos de capitalización y retorno absoluto, los mercados de Asia y algunas regiones de Europa muestran signos de recuperación, tanto en términos de beneficios empresariales como de valoración relativa.

Las valoraciones internacionales son claramente más atractivas que las del mercado estadounidense. Mientras que el forward P/E del S&P 500 se sitúa en 22.8x, el de los mercados emergentes se encuentra en 14,1x, el de la Eurozona en 14,6x y el de Japón en 15,9x. Estas cifras reflejan un importante descuento, incluso después de considerar diferencias estructurales y de riesgo.

En términos de crecimiento de beneficios, India lidera con una expansión del 15,7%, seguida por Taiwán, Alemania y Japón. La tecnología asiática, especialmente en semiconductores y electrónica, continúa mostrando un dinamismo superior al de sus homólogos occidentales. A esto se suma una recuperación en los PMIs globales, particularmente en servicios, con India y China mostrando las lecturas más fuertes.

El desempeño reciente también es revelador. Desde octubre de 2022, sectores como defensa aeroespacial europea, tecnología taiwanesa y bancos europeos han superado al S&P 500 en retornos totales. Esta evolución reafirma la necesidad de adoptar un enfoque regional y temático más activo.

Históricamente, el mejor rendimiento relativo de los mercados internacionales frente a EE. UU. ha estado fuertemente ligado a los ciclos del dólar. Un ciclo de recortes de tipos de la Fed podría debilitar al dólar, actuando como un viento de cola para los rendimientos de las inversiones internacionales en dólares.

Conclusión

El panorama de inversión para finales de 2025 y más allá puede definirse en una palabra: divergencia. Divergencia entre las valoraciones de EE. UU. y el resto del mundo ; divergencia entre las acciones de crecimiento y las de valor; y una divergencia en el papel que la renta fija, la renta variable y otros activos, jugarán en las carteras.

Los vientos de cola que impulsaron los mercados en el pasado (tipos de interés en cero y una liquidez abundante) han amainado. El nuevo ciclo exige un enfoque más matizado y selectivo. Las principales conclusiones estratégicas son:

  1. Reducir la sobreexposición a EE. UU. para capturar valor global: Es prudente rebalancear las carteras, tomando beneficios parciales en las áreas de mayor rendimiento (tecnología de EE. UU.) y reasignando capital a mercados internacionales con valoraciones más atractivas y potencial de recuperación, como Europa y ciertos sectores de Asia.

  2. La Renta Fija vuelve a ser un pilar fundamental: Con rendimientos reales positivos y la perspectiva de recortes de tipos por parte de la Fed, los bonos de calidad no solo ofrecen un ingreso atractivo, sino también una cobertura esencial contra la volatilidad y un potencial de apreciación del capital.

  3. Buscar oportunidades más allá de lo evidente: La brecha de valoración entre estilos y capitalizaciones dentro de la renta variable estadounidense sugiere que hay oportunidades atractivas fuera de los nombres más conocidos. Las compañías de mediana capitalización (Mid Caps) y el estilo valor (Value) presentan perfiles de riesgo/retorno interesantes para el entorno actual.

El mensaje final es claro: la complacencia es el mayor riesgo. Los inversores que ajusten proactivamente sus carteras para reflejar esta nueva realidad de mercado estarán mejor posicionados para navegar la incertidumbre y capitalizar las oportunidades que esta gran transición ofrece. 

Julio Estella de la Rica

Gestor Patrimonial

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